miércoles, 30 de diciembre de 2009

Instrucciones para abrir este libro




El otro día, en una conocida librería de viejo de mi ciudad, me encontré con esta edición de las Soledades. El hecho de que se tratase de una edición rústica al precio de 1€ y, con la gracia, de que tuviera el sello de la Biblioteca Pública Municipal, me intensificó el deseo de adquirirlo. La sorpresa llegó al abrirlo en casa, cuando se dejó caer una hoja que lleva por título Instrucciones para abrir este libro. Me acorde de mi profesor de literatura Hispanoamericana en la Universidad; siempre más atento al cuidado de los libros que al mero contenido de los mismos. Y como es habitual de dicho establecimiento, ¿quién sabe? Igual este papelillo suelto lo ha colocado él mismo.







Luis de Góngora, Soledades, Turner Libros, 1981.

martes, 15 de diciembre de 2009

Jesús Beades




He oído mucho acerca de Jesús Beades, y siempre para bien. Alguno, incluso, me ha comentado que tenemos gustos comunes. Hoy al hojear su segundo libro, Centinelas, me he llevado un grata impresión; mejor dicho, un regalo. Y es que quedamos pocos fumadores de pipa; cuando encuentro a uno, me digo que gracias a Dios no soy el último de esta especie.


UN REGALO

En mi mesa una pipa, tallada con un rostro
de un hirsuto guerrero,
que alguien que me quiso y aún me quiere
me regaló hace tiempo.

Y en mi pecho el deseo de ser un navegante
que, después de abordajes y naufragios,
aún sigue amando mucho
después de muchos años.

Sí, a mí también me regalaron una pipa de espuma de mar con el rostro de un barbudo tallado. Sin embargo no se me ocurrió escribir un poema; para eso ya está Jesús Beades que, por cierto, lo hace de maravilla.

Jesús Beades, Centinelas, Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2002.
La pipa: una Maestro de paja, de mi colección particular.

viernes, 11 de diciembre de 2009

El futuro

Ayer me levanté temprano para ir al banco. Revisé mi fondo de inversión, que sube más bien poco, y abrí una nueva libreta de ahorros. Después del papeleo y de computar un número de cifras que sigo sin entender, me acordé de unos versos de Roger Wolfe:

GLOSA A CELAYA

La poesía
es un arma
cargada de futuro.


Y el futuro
es del Banco
de Santander.

Me temo que tanto mi futuro como el del señor Wolfe están en las mismas manos.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Mala memoria

No me acordaba. Rectifico el próposito de la entrada anterior cuando digo que me gustaría dedicar un poema a Pelayo Fueyo. En verdad, ya le dediqué uno que se publicó en el nº 3 de la revista Hesperya. Aunque ahora lo escribo corregido.

LA CAÍDA

a Pelayo Fueyo


Siempre tendré una deuda con las olas
por su envite constante hacia la roca
que me clavé una tarde de verano.

Un día no será vetusta roca
sino arena que arrastra la marea,
esponjosa caricia en mi costado
que blande la memoria del tropiezo.

Sonriendo en la cima de los cielos
me hallaré cobijado en mi alegría,
vengado con la ayuda de los mares.

Siempre tendré una deuda con las olas
por devolver la paz a mi vergüenza.


sábado, 5 de diciembre de 2009

Gracias, Pelayo



Va a hacer un año de la publicación de la Poesía completa de Pelayo Fueyo, sin duda uno de los mejores poetas asturianos de los últimos veinte años. Apenas, en este tiempo, he podido coincidir con él para comentar los poemas del libro inédito que incluye el volumen y, sobre todo, de agradecerle el hecho de que me dedicara un poema. Algo que espero devolverle pronto.

LA LUNA

a José Luis Sevillano

Sentado en el jardín, contemplando la luna,
me evado de las tópicas discusiones caseras.
Enciendo un cigarrillo. El humo se disuelve
formando una aureola que somete al planeta.
¡Ah, cuántos viejos versos ignorando el vacío
de ese centro inmutable al llanto adolescente!
Sentado en el jardín, oigo voces de mando
que parecen venidas de un teatro mundano.
Iré adentro, sumiso, como un muñeco insomne,
¿pero cómo encerrar a la luna en mi cuarto?

de La danza del ocioso

Pelayo Fueyo, Poesía completa, Valencia, Pre-Textos, 2008.

viernes, 4 de diciembre de 2009

En el trabajo

Tengo la suerte de tener un trabajo poco agobiante, lo que me permite leer con asiduidad y, cuando estoy de turno de noche, corregir los poemas que voy componiendo. Esta semana me han surgido varias ideas para distintos poemas (he empezado tres, algo muy raro en mí, que soy de ritmo lento). En ocasiones, en el trabajo, me envuelvo en una larga lista de ensoñaciones a las que, poco a poco,voy dando forma de poema. Este martes me dio por divagar sobre la poesía de hoy en día: ¿qué pensaría un poeta del medievo sobre nuestra lírica actual? Así que me puse en sus huesos para responder a esta pregunta.

UN POETA MEDIEVAL, YA SEA JUGLAR O TROVADOR -O AMBOS POR QUÉ NO-, SE RETUERCE LOS HUESOS - O LO QUE QUEDE DE ÉL- EN SU TUMBA, ANTE EL PANORAMA QUE OFRECE LA POESÍA ESPAÑOLA DEL SIGLO XXI; O TAMBIÉN VALDRÍA TITULARLO, SENCILLAMENTE, DESPUÉS DE LEER A JULIO MARTÍNEZ MESANZA.

No duermo en una tierra de leyendas
ni tampoco de nobles caballeros.
Salvar a la princesa de la torre
es misión de unos pocos elegidos
que son pasto del polvo y del silencio.
No hay laurel para el héroe de esta época
ni poetas que canten sus hazañas.


(Creo que no nos deja muy bien, ¿no creéis?)

jueves, 3 de diciembre de 2009

Ultramundo

Del 11 al 13 de diciembre se celebrará en Mieres la primera muestra de cine fantástico y de terror. La organización corre a cargo del equipo de Ultramundo. Una cita que no os podéis perder.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Novissima Carmina III


El viernes pasado, el Círculo Cultural Pigmalión me invitó a leer poemas en uno de sus numerosos actos. Coincidí con los poetas Catarina Valdés, María Pizarro y Miguel Alarcos, que sustituyó a última hora a un efermizo Pelayo Fueyo -lástima, tenía muchas ganas de comentar sus últimos libros-. Hacía tiempo que no leía mis versos en un acto y, aunque el público asistente me felicitó por mi actuación, me sentí un poco fuera de juego. Mis poemas no son para leerlos en un café por la noche sino, más bien -como dice un amigo-, para recitar en un museo o en una biblioteca; lugares en los que me parece que no voy a participar en una lectura en mi vida. Este es el precio que tengo que pagar por ser fiel a mí mismo.


martes, 1 de diciembre de 2009

Poética

... toda expresión y toda frase
es un fin y un comienzo,
todo poema es un epitafio.

de Cuatro cuartetos


Si tuviera que definir mi poesía a modo de poética, acabaría citando estos maravillosos versos de T.S. Eliot.

viernes, 20 de noviembre de 2009

La influencia de Oriente


La influencia de la cultura oriental en las literaturas occidentales no es cosa nueva. El gusto por el exotismo asiático se establece con el Modernismo, pero distintas estéticas han sido influenciadas no sólo por su cultura libresca sino por la corriente filosófica. La generación Beat es la más destacada. Los Kerouack, Ginsberg, Burroughs, Snyder, Ferlinghetti... hicieron del orientalismo un modo de vida.
Hoy en día el haiku japonés está más de moda, entre nuetros escritores, que nuestra copla, tal vez por los rasgos comunes que mantienen ambas estrofas. Sin embargo no me imagino a ningún colega de versos practicando yoga o distintas técnicas de relajación, ordenarse en un monasterio budista, creerse un experto en meditación zen, o tomar alguna infusión de algún derivado de los opiáceos para llegar al nirvana. No, aquí se nota que no vivimos en Hollywood.


No pasa nada. Los poetas beat y oriente, ed. de Jesús Aguado, Barcelona, El bardo, 2007.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Un poema memorable de Francisco Alba

Sin duda, el siguiente poema es de los mejores publicados durante el año 2008.

In God We Trust

parcere subiectis et debellare superbos

Virgilio


Rogad a Dios por el soldado López
que cayó reventado por la bomba
a la orilla del Tigris
como cayó en Germania
el legionario hambriento
rodeado de árboles y frío
en el desatre de Quintilio Varo.

Soldado de la 101º Aerotransportada
con base en Fort Campbell (Kentucky)
y de la Legio XII
Fulminata
Un mismo símbolo de fuerza: el águila.

Mascando chicle
o regaliz de Acaya farfullaban
en inglés o latín escuetas órdenes.

No querían morir.
El Capitolio,
la curva de su bóveda imponente.
Mirad los templos de Minerva y Júpiter
coronando la Urbe milenaria.
Ese reflejo pétreo del poder,
la austera geometría. Los magnates
los mandan como ovejas a la carnicería
hablándoles de Lincoln,
de Escipión y la guerra de Cartago.

Su sagrada misión: civilizar.
Allí donde esté el Mal llegan las águilas.

En cada intervención los protegían
Marte y el Dios cristiano.
Confundidos
en los gélidos bosques de Germania
o en las ardientes arenas del Golfo Pérsico
recordaban el juego del amor
aprendido deprisa en un burdel.

A miles de kilómetros de casa
cachorros de centauro,
cayeron maldiciendo su bandera.

Al Orco descendieron, indignados.



Francisco Alba,
El contrario, Valencia, Pre-Textos, 2008.

martes, 17 de noviembre de 2009

Un descubrimiento

Cuando entro en una librería con la idea de comprarme un libro, normalmente lo tengo escogido de antemano. A veces, muy raramente, me dejo sorprender con volúmenes de autores desconocidos. Algo parecido me ocurrió hace un par de semanas cuando, por arte de magia, eché una vistazo a los últimos ejemplares que han salido en la colección "Antologías" de Renacimiento. Y es que Julián del Casal era un completo desconocido para mí. Sin embargo, al paso de las páginas, fui descubriendo a un poeta maravilloso que me tiene hechizado desde entonces. Esto - el hecho de con sólo leer un par de versos el lector puede saber si le va a gustar el libro- es la gran ventaja que tiene la poesía frente a la novela: cuando compras poesía, sabes lo que compras. La poesía nunca defrauda, y si lo hace es en casos excepcionales, como por ejemplo: cuando uno se empeña, erre que erre, en que le guste un determinado autor debido a su fama y prestigio; en mi caso, Rimbaud. Por mucho que trato de acercarme a su poesía, no consigo atravesar el muro que nos separa. Pero este no es, ni mucho menos, el caso de Julián del Casal; el cual, con un par de sonetos, es capaz de levantarme el ánimo en una mala tarde.

Sorprendente resulta que un poeta que conoce perfectamente el endecasílabo, que tiene el oído afinado, que abarca ampliamente el léxico de la lengua, que mantiene la intensidad emotiva a lo largo de su obra... Sorprendente, repito, me resulta no haber oído nunca hablar de semejante poeta y más aún, si cabe, el hecho de descubrirlo por casualidad. Menos mal que la poesía, a veces, hace tales milagros.



Julián del Casal, Rey solitario como la aurora, selección y prólogo de Carlos Javier Morales, Sevilla, Renacimiento, 2009.

jueves, 5 de noviembre de 2009

El trueno más allá del Popocatépetl


Este año me propuse revisar mis lecturas de poesía en lengua inglesa del siglo veinte. Tuve la suerte de encontrarme durante el verano -estación poco propensa a la publicación de libros- una antología de poemas de Malcolm Lowry, editada perfectamente -como suele tener costumbre- por Tusquets. Para mi satisfacción personal, la traducción y selección corren a cargo de Juan Luis Panero, el cual hace un magnífico trabajo. Panero -como dice en el prólogo- intenta recrear -con éxito- la voz del poeta de Cheshire, algo que se palpa desde los primeros versos. Lowry se encuadra perfectamente en ese tipo de escritor que tanto gusta al mayor de los Panero: el de los alcohólicos perdedores entusiasmados con la literatura; o lo que es lo mismo: forma parte de la tradición del mismo Juan Luis. La combinación de ambos es, por tanto, perfecta.

Destacaré del conjunto la semblanza que hace el señor Lowry sobre Rupert Brooke; poeta recientemente tratado en este blog y que, por cosa de magia, aparece con asiduidad en lo que leo.

LE GUSTABAN LOS MUERTOS

Al final de un día borrado, de una triste jornada,
trató de contar las cosas que de verdad le importaban.
Nunca había querido ser Rupert Brooke,
ni tampoco un gran amante
y sólo se acordaba de unas pocas cosas, cosas sencillas:
de su alma habitada siempre por el miedo
y que ahora vendería por una jarra de cerveza.
Parecía que apenas había conocido el amor
y que el terror era su sentimiento más profundo.
Le gustaban los muertos.
Para él, la hierba no era verde, ni siquiera hierba,
el sol no era el sol ni la rosa, rosa,
ni el humo era ya humo.


Malcolm Lowry, El trueno más allá del Popocatépetl, trad. de Juan Luis Panero, Barcelona, Tusquets, 2009.

martes, 3 de noviembre de 2009

The Soldier, by Rupert Brooke

THE SOLDIER

If I should die, think only this of me:
Taht there´s some corner of a foreing field
That is for ever England. There shall be
In that rich earth a richer dust concealed:

Adust whom England bore, shaped, made aware,
Gave, once, her flowers to love, her ways to roam,
A body of England´s, breathing English air,
Washed by the rivers, blest by suns of home.

And think, this heart, all evil shed away,
A pulse in the eternal mind, no less
Give somewhere back the thoughts by England given;

Her sights and sounds; dreams happy as her day;
And laughter, learnt of friends; and gentleness,
In hearts at peace, under an English heaven.


La primera vez que me encontré este poema fue en Poesía inglesa del siglo xx (Llibros del pexe, 1993), una versión de Carlos Clementson, la cual no me produjo una grata impresión. Sin embargo, muchos años después este poema vuelve a mis ojos, esta vez, en una versión del poeta canario Domingo Rivero; poeta por el que tengo predilección. A partir de este momento y hasta la fecha, no ha dejado de cautivarme.

EL SOLDADO, DE RUPERT BROOKE

Si yo muero, pensad esto sólo de mí:
que allí donde me entierren habrá un rincón de tierra
extraña, que será para siempre Inglaterra.
El polvo generoso que ha de esconderse allí

el ser debió a Inglaterra que maternal le dio
flores que amar y sendas que recorrer, un día,
y un cuerpo todo suyo, pues de su aire vivía,
lo bañaron sus ríos y su sol lo curtió.

Y pensad que este pecho, de mal purificado,
hará con ritmo eterno, donde muera el soldado,
brotar los pensamientos porque Inglaterra es;

sus campos, sus rumores, ensueños de ventura,
y risas aprendidas de amigos, y ternura
en pechos que atesoran paz, bajo un cielo inglés.


(versión de Domingo Rivero)

Un amigo mío, conociendo mi cariño por este poema, me envió una versión del mismo -para sorpresa mía- por otro de mis poetas preferidos: Leopoldo Panero.

EL SOLDADO
(Rupert Brooke)

Si es que muero, esto sólo pensad, tan sólo esto:
que algún rincón cualquiera de alguna tierra extraña
es ya Inglaterra siempre. Mis huesos habrán puesto
su puñado de polvo de otra tierra en la entraña.

Polvo a quien dio Inglaterra forma, palabra, gesto;
sus flores para amarlas, para andar su campaña;
vaho mortal y polvo de Inglaterra compuesto,
que en sol se bendice y en sus aguas se baña.

Y pensad que ya limpio de todo mal el hueso,
pulso vital, el alma derrama la abundancia
que Inglaterra le diera con generoso exceso:

su dulce sueño alegre, su música y fragancia;
la risa entre los labios de la madre; y el beso
de un corazón que duerme, bajo el cielo, en su infancia.


Esto demuestra, en parte, la coherencia de mi gusto. Y es que la mayoría de mis autores favoritos mantienen unos lazos muy estrechos a pesar de la distancia temporal. Esto -me parece- que se llama tradición. Espero, algún día, formar parte de la misma.



Poesía inglesa del siglo veinte, ed. de José Luis García Martín, Gijón, Llibros del pexe, 1993.
Domingo Rivero, Yo, a mi cuerpo y otros poemas, Barcelona, Acantilado, 2006.
Leopoldo Panero, Obras completas, ed. de Juan Luis Panero, Madrid, Editora Nacional, 1973.

sábado, 31 de octubre de 2009

Un poema para la noche de difuntos

ALEJÁNDOME DEL CORRELATO OBJETIVO


Yo, que he visto a la muerte muy de veras
en la piel amarilla de mi abuelo,
tumbado sobre el lecho y a la espera
de partir con el máximo silencio;

yo, que he visto a la muerte entre los huesos
del cuerpo devorado de mi padre
por las huestes del cáncer del infierno,
un combate de fuerzas desiguales;

yo, que he visto la muerte de mi abuela,
y en mis brazos sentí su último aliento,
con el rictus pacífico y sin queja
del que arriba en el reino de los cielos;

yo, que he visto a la muerte tan de cerca,
acampada a la puerta de mis días,
no mostraré respeto cuando vuelva.
Sin lágrimas será mi bienvenida.

viernes, 30 de octubre de 2009

Presentación de Ahora




El próximo viernes 6 de noviembre, en la serie de actos que dirige Antonio Merallo, en el Centro de cultura Antiguo Instituto de Gijón, a las 20: 00, Vicente García presentará su último libro: Ahora (Poesía 1992-2008). En este libro reune sus trabajos publicados anteriormente: De ayer a hoy, Días de tormenta, y el cuaderno Ficciones; además de un nuevo poemario que da título al conjunto.Tengo la suerte de contar en mis anaqueles con todos estos ejemplares.
Desde sus primeros versos de Ficciones, podemos destacar la hondura de su voz (apenas contaba el autor con veintidós años) y la nobleza de su endecasílabo, que se acrecentará a lo largo de estos dieciséis años. Vicente es de esos poetas que merecen la pena pero, por diversos motivos, no tienen el reconocimiento de su valía. Vicente forma parte de ese grupo de escritores que tanto me agradan: los que no precisan de la farándula literaria, ni del peloteo rancio, ni siquiera de tener que llamar a las puertas de los premios de cuestionada reputación. Vicente García no escribe por escribir o para verse en los estantes de las librerías o para creerse mejor que nadie, no. Sencillamente escribe por la necesidad de sacar a la luz lo que lleva dentro, lo auténtico, lo genuino. Es, con seguridad, uno de los poetas más coherentes que conozco. A mí me ha ganado desde hace tiempo y, sin duda, sus versos han calado en mi memoria, aunque Vicente sea escéptico en este asunto:


QUIERO CREER


Quiero creer que un día, cuando todo termine,
alguien se acordará de estas palabras.

Que alguien se acordará
del amor y la fe que puse en unos versos
que osasen desafiar la ley del tiempo.

Y que, después de todo,
todo tuvo sentido.



Vicente García:
-Ficciones, Oviedo, Reloj de arena, 1993.
-De ayer a hoy, Sevilla, Renacimiento, 1996.
-Días de tormenta, Servicio de publicaciones del Principado de Asturias, 1999.
-Ahora (Poesía 1992-2008), Sevilla, Renacimiento, 2009.

Recomendaciones II

Ayer por la tarde un amigo mío, colega de versos, después de leer mi entrada "Recomendaciones" me envió un e-mail llamándome mentiroso. Decía que yo siempre ando recomendando los mismos autores: que si Wilde por aquí, Housman por acá, Eliot por allá. Que si me pongo pesado con Cereijo, lo mismo que con Martínez Mesanza y no menos con Wolfe, ... que si no callo la boca con el "triunvirato asturiano" de Almuzara, Fueyo y Piquero... y qué decir de los Panero: Juan Luis y Leopoldo (padre, claro), que parece que ya formo parte de la familia. En definitiva: que soy un pesado. Y es verdad, estos nombres son dignos de recomendar a cualquiera; siempre y cuando el cualquiera tenga un mínimo de gusto literario. Por ejemplo, si estos nombres se los citas a unos anónimos redactores de un blog de crítica literaria -de cuyo nombre no es que no quiera acordarme es que sencillamente no me acuerdo- que pulula por la red, seguro que son incapaces de ver la grandiosidad que hay tras los versos de estos insignes apellidos. Y es que, a veces, la mediocridad ciega, y mucho.

Esto me recuerda que hace años -creo que unos cinco- Sofía Castañón me pidió que recomendara tres libros en su programa "Señalados". Para ser políticamente correcto, recomendé un libro por género. Pic-nic, de Arrabal; Cuentos, de Oscar Wilde y Autopsia, de José Luis Piquero. A día de hoy, los seguiría recomendando; e incluso añadiría El fin de semana perdido -del que daré cuenta otro día-, en el que Piquero completa su magnífica Autopsia.

A continuación ofrezco, sin que valga de precedente, una lista de la que para mí es la mejor obra de los autores antes citados:



-Oscar Wilde, La importancia de llamarse Ernesto, trad. de Luis Antonio de Villena, Madrid, Visor,1995.
-A.E. Housman, A un joven atleta muerto, trad. de Juan Bonilla, Valencia, Pre-Textos, 1995.
-
T. S. Eliot, Cuatro cuartetos, trad. de José María Valverde, Madrid, Alianza, 1999.
-José Cereijo, Las trampas del tiempo, Madrid, Hiperión, 1999.
-Julio Martínez Mesanza, Europa, Sevilla, Renacimiento, 1986.
-Roger Wolfe, Días sin pan, Sevilla, Renacimiento, 2007.
-Javier Almuzara, Constantes vitales, Madrid, Visor, 2004.
-Pelayo fueyo, Parábola del desertor, Madrid, Hiperión, 1997.
-José Luis Piquero, Monstruos perfectos, Sevilla, Renacimiento, 1997.
-Leopoldo Panero, Escrito a cada instante, Granada, Comares, 2007.
-Juan Luis Panero, Juegos para aplazar la muerte, Sevilla, Renacimiento, 1984.


jueves, 29 de octubre de 2009

Versos que no se olvidan

Cuando me preguntan si me sé algún poema de memoria siempre respondo con los siguientes versos de Martínez Mesanza. Uno de los mejores poemas de los últimos veinticinco años:

Nunca he visto gozosa a la discordia.
No conozco el olor que tiene el campo
después de la batalla. Nunca he visto
caballos sin jinete entre las picas
vagar y entre los muertos. No conozco
la voluntad de ser invulnerable
ni el estupor que nace con la herida.



Julio Martínez Mesanza, Europa, Sevilla, Renacimiento, 1986.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Coincidencias

Tengo la costumbre de preguntar a un escritor, cuando lo conozco, por sus gustos literarios. Qué figuras le sirven de referente en su producción; cuales le han forjado como poeta; qué está leyendo últimamente... Una serie de interrogantes que me ayudan a descubrir al lector que todo escritor lleva dentro. Normalmente, por no decir siempre, la calidad de las lecturas están relacionadas con la calidad de su escritura; con lo cual no suelo sorprenderme con los gustos de mis colegas.

El otro día asistí a un recital de Roger Wolfe en el "Aula de las metáforas", en Grado. Allí el señor Wolfe llevaba consigo, además de varios de sus libros y manuscritos inéditos, la Poesía completa de T. S. Eliot; concretamente la versión de José María Valverde, de la cual leyó un poema. Me sorprendió, gratamente, ya que yo estaba leyendo ese mismo libro durante esos días. Coincido con Roger Wolfe -por supuesto, en el buen gusto como lector- en que la obra de un poeta no es sólo aquella que escribe, sino que comienza con los versos que la forjan.

viernes, 2 de octubre de 2009

Recomendaciones

No me gusta recomendar libros. Me parece una tarea complicada dirigir la lectura a una persona ya que, por mucho que la conozca, mi gusto no tiene por qué ser de su agrado. Lo que a uno le parece magnífico e imprescindible a otro le puede parecer horrible e insulso. Por eso soy muy reticente a la hora de leer la recomendación de un amigo. Hace cuatro días a uno de ellos se le ocurrió regalarme un libro: evidentemente, me lo estaba recomendando desde hace semanas. Por desgracia, mi reticencia, en esta ocasión, estaba justificada. Pese a ser un poemario de una estética que me place, no consigue saciar mi apetito lector. Mi amigo, conocedor de mis altas expectativas, se limitó a destacar un poema del conjunto. En esto no se equivocó.

TELEGRAMA A TU ANCIANIDAD

Si por temor o por incertidumbre
esta noche no empujas esta puerta
tras la que está desnuda ya y despierta
la prohibida mujer llena de lumbre

te juro que después cuando seas viejo
y un día mires tu cara y tu memoria
brotarán hacia ti desde esta historia
culebras que te espanten el espejo.




Félix Grande, La canción de la tierra, Editora Regional de Extremadura, Mérida, 2008.

jueves, 10 de septiembre de 2009

De vuelta al tajo

Se hace duro volver al trabajo después de un mes de vacaciones. No sabía cómo reincorporarme al blog: de qué o de quién hablar, para empezar, en este nuevo curso. Así que, desechando posibles opciones, me propongo comenzar con un poema de Luis García Montero (en el que la anécdota bien pudiera haberme pasado este verano). Estos versos forman parte de mi antología personal, esa que va conmigo a todas partes.

PRIMER DÍA DE VACACIONES

Nadaba yo en el mar y era muy tarde,
justo en ese momento
en que las luces flotan como brasas
de una hoguera rendida
y en el agua se queman las preguntas,
los silencios extraños.

Había decidido nadar hasta la boya
roja, la que se esconde como el sol
al otro lado de las barcas.

Muy lejos de la orilla,
solitario y perdido en el crepúsculo,
me adentraba en el mar
sintiendo la inquietud que me conmueve
al adentrarme en un poema
o en una noche larga de amor desconocido.

Y de pronto la vi sobre las aguas.
Una mujer mayor,
de cansada belleza
y el pelo blanco recogido,
se me acercó nadando
con brazadas serenas.
Parecía venir del horizonte.

Al cruzarse conmigo,
se detuvo un momento y me miró a los ojos:
no he venido a buscarte,
no eres tú todavía.

Me despertó el tumulto del mercado
y el ruido de una moto
que cruzaba la calle con desesperación.
Era media mañana,
el cielo estaba limpio y parecía
una bandera viva
en el mástil de agosto.
Bajé a desayunar a la terraza
del paseo marítimo
y contemple el bullicio de la gente,
el mar como una balsa,
los cuerpos bajo el sol.
En el periódico
el nombre del ahogado no era el mío.

de Habitaciones separadas.

lunes, 10 de agosto de 2009

Una de sabotaje

Estos días, aprovechando que no emiten nada interesante en la parrilla de televisión, me estoy poniendo las botas con mis viejas cassettes de Vhs. Una de mis preferencias son las películas de los años 70 y 80; en especial, las primeras direcciones de Clint Eastwood. Tanto The Eiger Sanction como Firefox me resultan dos maravillosas películas de espías, que no pierden brillo con el paso del tiempo. La escalada al famoso "Ogro" alpino es de lo más excitante; no menos que el robo del avión más moderno de la "guerra fría".
Más sorprendente resultó encontrarme, hace un par de meses, en una librería de viejo, un ejemplar de la novela Firefox, de Craig Thomas. No tenía ni idea de que se hubiese publicado en España; de hecho le pregunte al librero por dicho libro, y él, que suele comentar (sin pelos en la lengua) la vida y milagros de cualquier escritor, por primera vez no tenía conocimiento alguno del autor, Craig Thomas, ni, tampoco, de la película de Eastwood. Desgraciadamente la novela no está a la altura del filme; sin embargo, su lectura es entretenida. No deja de ser un Best-seller ya que su publicación original es del año 77 (Londres, Michael Joseph Ltd.), su traducción al castellano es solamente dos años posterior. Este es un buen ejemplo de cómo la obra de un escritor se conoce por el ingenio de un cineasta.


Craig Thomas, Firefox, Barcelona, Pomaire, 1979.
Clint Eastwood, Firefox, 1982.
Clint Eastwood, The Eiger Sanction, 1975.

jueves, 6 de agosto de 2009

Silogismos de la amargura

Existe en la estupidez una gravedad que, mejor orientada, podría multiplicar el número de obras maestras.
*
Sólo cultivan el aforismo quienes han conocido el miedo en medio de las palabras, ese miedo a derrumbarse con todas las palabras.
*
Las fuentes de inspiración de un escritor son sus vergüenzas; quien no las descubra en sí mismo o las eluda está condenado al plagio o a la crítica.
*
Admitiría sin límites a Omar Jayyam, sus tristezas sin réplica, si no hubiera conservado una última ilusión: por desgracia creía aún en el vino.
*
Una poesía digna de ese nombre comienza por la experiencia de la fatalidad. Sólo los malos poetas son libres.
*
Tras las metáforas, la farmacia. -Así se desmoronan los grandes sentimientos.
*
¡Tantas páginas, tantos libros que fueron fuente de emoción para nosotros, y que releemos para estudiar la calidad de los adverbios o la propiedad de los adjetivos!
*
Fracasar en la vida es acceder a la poesía -sin el soporte del talento.
*
Modelos de estilo: el juramento, el telegrama y el epitafio.


E. M. Cioran, Silogismos de la amargura, trad. de Rafael Panizo, Barcelona, Tusquets, 2002.


viernes, 31 de julio de 2009

Siempre nos quedará Baroja


Estos días -parafraseando a Roger Wolfe- he hundido las narices en Baroja: su prosa me sirve bien. Y es que, después de leer varias novelas que no alcanzan las buenas expectativas que había depositado en ellas, no hay nada mejor que volver, de vez en cuando, a la prosa de don Pío. Volver, cómo no, a esa "galería de inadaptados" -como bien acuñaría Luis Martín Santos-, esa tropa de personajes barojianos con los que tanto me identifico.

Así que, fijando la vista hacia mis anaqueles, encontré tal deseado remedio. De las novelas de Baroja siempre he tenido preferencia por Camino de perfección. Me encanta el protagonista, ese Fernando Ossorio que, como buen "Quijote", se lanza a la aventura, recorriendo los senderos y montes madrileños, sin pensar en qué le deparará el camino. Sin embargo, en esta ocasión, hundí mis narices en Aurora roja, cuyo prólogo recoge buena parte de las características del personaje, típico, barojiano. Ese individuo que rompe con el sistema y parte a la aventura de la vida, dejando atrás a la civilización moderna, con la única compañía de su espíritu, que va forjándose a cada paso, mientras se adentra en la "madre tierra", en la sencillez y miseria de la vida campestre; ese personaje que, recorriendo los parajes cervantinos, se encuentra a sí mismo.

Y, además, resulta reconfortante poder disfrutar del de San Sebastián en las maravillosas ediciones de Caro Raggio. Esas ediciones, que parecen más de otra época, en las que se muestra todo el esplendor de la familia Baroja.




Pío Baroja, Aurora roja, Madrid, Caro Raggio, 1994.
Pío Baroja, Camino de perfección, Madrid, Caro Raggio, 1993.

martes, 28 de julio de 2009

Los electrones de Carlos Marzal

La buena literatura de género demuestra que no hay más que un género de literatura: la buena.
*
Sólo se es joven en amor. Y sólo en amor loco se es niño.
*
Levanto la vista, miro y escribo con voluntad de espejo, pero, como en el espejo, lo que aparece es otro y lo otro.
*
Estoy a régimen de mayúsculas, ese chocolate sentimental.
*
La elocuencia es el vistoso hermano pobre del talento literario.
*
Escribir no es la respuesta ni tampoco la pregunta. Es la respuesta que no se da a la pregunta que no se ha formulado.
*
Obra como si tus actos fuesen a convertirse en objetos de anticuario, aunque después el tiempo los vuelva simples cachivaches.



Carlos Marzal, Electrones, Granada, Cuadernos del vigía, 2007.

sábado, 25 de julio de 2009

Una injusticia literaria

Pese a que la obra de Leopoldo Panero (1909-1962) sea, posiblemente, una de las mejores de la 1ª generación de posguerra y sin estar por debajo, en calidad, respecto a las siguientes generaciones, sus libros se encuentran postergados y sin ánimo de recuperación. Han tenido que pasar casi 60 años para una nueva edición de Escrito a cada instante: su mejor libro. A simple vista resulta raro y extraño que un gran poeta quede totalmente olvidado y repudiado de los círculos literarios. ¿Por qué le ha pasado a Leopoldo Panero? Muy simple, si tenemos en cuenta que Panero era el "poeta del régimen", la solución a este interrogante se contesta por sí sola. Menos mal que el tiempo le pone a cada uno en su sitio, y, aunque con bastante demora, Leopoldo Panero empieza, poco a poco y muy lentamente, a recuperar el prestigio que merece.

La nueva edición corre a cargo de Andrés Trapiello, a quien también tenemos que agradecer los esfuerzos por recuperar a otro escritor olvidado por los mismos motivos: Agustín de Foxá. El libro, como todos los de la colección La veleta, presenta una magnífica factura: encuadernación rústica y portada sobria pero elegante. Un ejemplar en el que se aúna la belleza exterior con la emoción de sus páginas. Simplemente, una maravilla.


Leopoldo Panero, Escrito a cada instante, pról. de Andrés Trapiello, Granada, Comares, col. La veleta, 2007.

viernes, 24 de julio de 2009

LA PLAYA

Carreras por la arena,
el susurro del mar en el oído
y el frío del otoño
nos abrazó con fuerza sin dañarnos.
La luna de testigo
envidiaba el momento.
Pisadas en la playa,
huellas que permanecen en la historia
por más que la marea las sepulte.



Publicado en Hesperya, 7, (2008).

miércoles, 22 de julio de 2009

José Luis Morante



Los actos mezquinos necesitan coartadas grandilocuentes.
*
Valora tanto su inteligencia que las opiniones ajenas le parecen ideas confusas.
*
En la amistad no es posible el sujeto pasivo.
*
Los contratos e hipotecas convierten a los notarios en narradores omniscientes.
*
Recordar es un ejercicio de resistencia.
*
Pregunta el sentido común si, en circunstancias similares, yo sería igual de imbécil.
*
En la era informática los espejos de Narciso se llaman blogs.
*
Cuando estoy solo, soy más sociable.
*
Los suplementos literarios son mostradores donde se tramitan incidencias culturales


José Luis Morante, Mejores días, Mérida, de la luna de libros, 2009.

martes, 21 de julio de 2009

José Mateos


De entre los ejemplares que compré en Urueña, recientemente, me quedo con dos títulos de José Mateos (Jerez, 1963): Canciones y Días en claro. Seguramente el mejor de los dos es el primero. La muerte es el hilo conductor del poemario, el personaje que todo lo acapara. El "yo" lírico no para de hacer preguntas, como un niño ávido por conocer los entresijos de un truco de magia, porque en este libro la muerte tiene ese hábito mágico de oscuro misterio, de realidad indescriptible. El sujeto no se revela ante lo inevitable, sino que se resigna plácidamente a su destino. Destacan los diálogos con la figura de su padre ausente, donde se manifiestan los momentos más intensos del conjunto: "Te escucho, padre, . Te siento/ tras esa puerta cerrada/ que une la vida y la muerte". Sin duda, estas Canciones son lo mejor de la producción de José Mateos: intensas, profundas y verdaderas.


En Días en claro el tema central es el milagro de vivir frente al acoso de la muerte, que se esconde detrás de cada sombra. El poeta, con una voz clara y elegante, ahonda en su peripecia existencial, revolviendo en su pasado para comprender el presente. Se distancia, pues, de la línea más narrativa e irónica de Una ciudad extraña (su primer libro, en el que ya se nota el buen hacer de Mateos), dando paso a un camino más personal e intimista, donde aflora, por momentos, la figura poética que se pregunta si sirve o no el acto de escritura como redención. Valga a modo de ejemplo los primeros versos que abren el libro: "Sigues igual. No cambias. Una vez más delante/de esta noche que ahora cae limpiando tus ojos,/ mientes y te dispones a expresar con palabras/lo que no encuentra forma y escapa al pensamiento:/ esta emoción que brota dentro de ti y consume/ toda tu vida, pura como un papel que arde".


Dos maravillosos libros de un poeta de palabra clara, honda y verdadera.





José Mateos:

-Una ciudad extraña, Sevilla, Renacimiento, 1990.
-Días en claro, Valencia, Pre-Textos, 1995.
-Canciones, Valencia, Pre-Textos, 2000.

domingo, 19 de julio de 2009

Urueña


Hace tiempo que había oído hablar sobre un pueblecito, de la ancha Castilla, abarrotado de librerías. En un principio pensé que se trataba de un mito; sin embargo, unos meses atrás, un par de amigos me dieron las señas de este lugar tan insólito: Urueña. provincia de Valladolid. Así que, una vez localizado el objetivo, organizamos una excursión veraniega a este oasis libresco. Debo reconocer que me mostré reticente al principio, pero, una vez convencido, no dudé en las satisfacciones que me depararía semejante viaje.



Llegado el día, nos pusimos en camino. Después de más de doscientos kilómetros de autovía, a lo lejos, se empieza a divisar la majestuosidad de su muralla: una fortificación elevada sobre los campos castellanos, como si de un cantar gesta se tratase. Dentro, ya, del pueblo se observa la restauración del mismo; muchas de las casas se encuentran en proceso de rehabilitación. Casi parece un decorado de cine, ya que apenas se siente la vida del pueblo: sólo se ven a los turistas de compras. Las librerías, pues, se hallan en las viejas casas reformadas. Una buena idea de la Diputación de Valladolid, la de incentivar la vida de un pueblo, mediante el turismo, que se estaba despoblando, como gran parte de este tipo de villas. Y parece que obtiene sus resultados, al menos el número de visitantes, el día de nuestra visita, era elevado y, lo más difícil, la involucración de los lugareños, con semejante empresa, era plena.


El número de librerías es elevado (media docena) teniendo en cuenta la escasez de superficie. Resulta chocante encontrar tantos comercios de libros en tan pocos kilométros cuadrados. Dentro de los establecimientos hay de todo: libros nuevos, viejos, interesantes, menos interesantes, etc. Me quedo con una librería que tenía buena parte de la Colección Poesía de Pre-Textos. Evidentemente adquirí una docena de ejemplares de diversos autores: Baltanás, Mateos, Neuman, Tesán, Defarges, etc. Tal vez, se echan de menos más ejemplares de viejo, al menos, de cierto interés. De todas formas, uno de mis compañeros de viaje consiguió un valioso ejemplar a un módico precio; se trata de la primera edición de una novela de Joaquín Dicenta.


En definitiva: un maravilloso lugar para pasar un día de libros.

sábado, 18 de julio de 2009

Un par de antologías


En estas últimas semanas, han llegado a mis anaqueles dos libros muy deseados: Las voces y los ecos y Antología de la Poesía Soviética, ambos de Ediciones Júcar. El primero, de 1980, fue la antología con la que se dio a conocer José Luis García Martín. En ella, recoge autores surgidos después de 1970; algunos de reconocido prestigio (ya por aquellos años) y otros a los que estar incluidos en esta selección les supondría el espaldarazo definitivo. Un libro que llevaba mucho tiempo tras su pista y que, gracias a un amigo, al fin me hago con él. En el prólogo, García Martín clasifica las distintas generaciones poéticas que conviven a finales de los 70, a la vez que comenta las más recientes antologías de la poesía última, con todas las polémicas que suponen. Debo reconocer que al libro le falta algún nombre de mi interés, sin embargo aparecen media docena de mis poetas predilectos de esa generación: Luis Antonio de Villena, Miguel d´Ors, Francisco Bejarano, Eloy Sánchez Rosillo, Víctor Botas y Julio Llamazares.

En el segundo, Alexander Nakarov es el encargado de seleccionar lo mejor de la poesía rusa a partir de la revolución bolchevique: Ajmátova, Pasternak, Tsvetaeva, Maikovski, Esenin, Prokófiev, Smeliakov... No existía, hasta entonces, una recopilación de este tipo asequible a los lectores españoles de aquellos años. Destaca, el libro, por las versiones realizadas a cargo poetas de lengua castellana: Rafael Alberti, Gabriel Celaya, Blas de Otero, Ángel González, Caballero Bonald, etc.

Dos libros, pues, muy interesantes y que resultan de difícil localización. Dos buenos tesoros que valen más de lo que cuestan.



José Luis García Martín, Las voces y los ecos, Madrid, Júcar, 1980.
Alexander Nakarov, Antología de la Poesía Soviética, Madrid, Júcar, 1974.

viernes, 17 de julio de 2009

Rojo


Mientras esperaba a que se encendiera el semáforo, observaba a la chica de la acera de enfrente, que me miraba con ojos felinos. Al ponerse la luz verde, la chica se quedó inmóvil. Tal vez porque mi rostro estaba sonrojado.



publicado en Clarín, 65, (2006).

martes, 14 de julio de 2009

Voces detenidas

De los aforismos de Dionisia García, me quedo con los de "en torno a la escritura":



Todas las palabras pueden contar con un lugar en la escritura, el problema es encontrarlo.

*
El descibrimiento de un poema hermoso propicia admiración y silencio, un mal poema "canta".

*
Todavía se considera que la novela "da la talla" y no otro género literario. Eso quisieran.

*
La voz perdurable admite lejanías y olvidos; tarde o temprano dará la cara.

*
Algunos poetas jóvenes dicen desentenderse de la tradición, y me echo las manos a la cabeza.

*
La escritura no perdona: a más libros más riesgo.




Dionisia García, Voces detenidas, Sevilla, Renacimiento, 2004.

lunes, 13 de julio de 2009

Si quieres enfurecer a tus enemigos, ríete de ellos

Detesto las disputas literarias. No me gustaría acabar, como la mayoría de los poetas fracasados (vertiendo mis opiniones en los periódicos o, seguramente, en el mostrador de una librería de viejo), injuriando a mis colegas de "profesión" por el mero hecho de pertenecer a corrientes estéticas distintas. No. Prefiero mantenerme al margen de semejantes enfrentamientos, más acordes con la pataleta de un niño de seis años que con el ingenio de un verdadero intelectual. Así, que, toda esta parafernalia dialéctica, de insultos y puñaladas, de poéticas y contrapoéticas, me la tomo a cachondeo. Por eso me encanta la idea que tuvo, allá en su día, Felipe Benítez Reyes de inventarse un heterónimo para reírse de sus enemigos. Benítez Reyes no sólo crea un antólogo de la "poesía dominante", sino que se inventa, también, un falso pie de imprenta. Felipe Benítez, ahondando en su burla, asesina a su licenciado Eligio en las orillas del río Esgueva a su paso por Valladolid; ciudad donde tuvo su origen la estética "silente", contraria a la "experiencia" En dicha antología aparecen las figuras más destacadas de la poesía de los años 80 y 90; de Almuzara a Luis Antonio de Villena, pasando por Bejarano, Benítez Ariza, Cabanillas, de Cuenca, Duque Amusco, Marzal, Mateos, Gallego, Martínez Mesanza, Juan Luis Panero, Trapiello... y muchos otros.

Creo que Eligio Rabanera y su Sindicato del crimen son más elegantes que toda una banda de mentecatos (aunque ellos se crean grandes poetas) diciendo estupideces, por diversos medios, a diestro y siniestro. Un comportamiento, éste último, muy impropio de un intelectual, y mucho más acorde con un ser mediocre: aquel que no tiene suficiente inteligencia para conocer sus limitaciones.

Menos mal que hay personas, como Felipe Benítez, que tienen verdadero ingenio, y nos pueden regalar semejante libro. Una verdadera joya para los anaqueles más dignos.



Eligio Rabanera, El sindicato del crimen. Antología de la poética dominante, La Guna, 1994.

viernes, 10 de julio de 2009

El misterio de la felicidad

De las muchas novedades que se pueden encontrar en una librería, El misterio de la felicidad, de Miguel d´Ors, es de las más interesantes. Es, para mí, un libro muy esperado; ya desde el comienzo, allá por el año 2002, de la colección "Antologías" de Renacimiento, se venía anunciando la próxima aparición de una antología de d´Ors. Pues bien, ya ha llegado tal deseado libro; aunque sigo a la espera de los también anunciados sobre Juaristi y Gallego, aún sin publicar. Y por qué es un libro tan deseado, se preguntarán ustedes. Pues por la extraña razón de que Miguel d´Ors, a pesar de ser un gran poeta, es un escritor muy mal editado. Resulta muy difícil adquirir sus publicaciones, casi misión imposible.

No sabría explicar, muy bien, qué es lo que me gusta de Miguel d´Ors. Puede ser la vuelta al paraíso perdido de la infancia; su aguda inteligencia; las referencias literarias que afloran en sus versos; el Western como mundo de aventuras; su pasión por la montaña... o, tal vez, su habilidad para pensar versos mientras marcha en bicicleta. Lo que sí tengo claro es que me gusta, y mucho.

De la presente edición sólo puedo decir maravillas, aunque echo en falta algún poema, sobre todo uno en especial. Para los amantes del fútbol que pertenecen a mi generación, crecimos con la magia de la "Quinta del Buitre": cómo sacaba el balón Sanchís de la defensa, los regates de Martín Vázquez, los centros de Míchel por la banda y los remates de Butragueño. Así que no puedo despedirme sin antes reproducir este poema de d´Ors: para mí, todo un clásico:

TEMPUS FUGIT

Lo dijeron Horacio y el barroco:
cada hora nos va acercando un poco
más al negro cuchillo de la Parca.
¿Qué es esta vida sino un breve sueño?

Hoy lo repite, a su manera, el Marca:
en junio se retira Butragueño.





El misterio de la felicidad, ed. de Ana Eire, Sevilla, Renacimiento, 2009.

miércoles, 8 de julio de 2009

Necesito el teléfono de Tim Burton

Hace meses que no voy al cine porque no encuentro películas interesantes. Desgraciadamente, la industria de Hollywood se ha quedado huérfana de ideas. A mí, después de leer la Antología de Spoon River, se me ha ocurrido una: por qué no llevar a la gran pantalla la obra de Edgar Lee Masters. Si los grandes productores no se atreven a dar oportunidades a nuevos guiones, qué mejor que adaptar un gran libro. Spoon River Anthology es un clásico de la literatura norteamericana, que encumbró a su autor al "Numen" poético. Sé que resulta difícil -por no decir imposible- adaptar un libro de poemas al cine, pero los epitafios de Lee Masters están pidiendo a gritos que los saquen del cementerio más famoso de la literatura. Y no me imagino a otro director que no sea Tim Burton para semejante empresa. Quién mejor que él para devolver a la vida a todos los poetas, mendigos, borrachos, viudas, huérfanos, médicos, jueces, abogados, etc, de la orilla del río Spoon. No conozco un director actual que juegue con el tema de la muerte como lo hace Tim Burton. Parece que Edgar Lee escribió Spoon River pensando en el director de Pesadilla antes de Navidad.
Por eso necesito el teléfono de Tim Burton. Quién sabe. Igual -con esa pinta de loco que tiene- es capaz de hacerme caso.


Edgar Lee Masters, Antología de Spoon River, ed. de Jesús López Pacheco, Madrid, Cátedra, 2007.

lunes, 6 de julio de 2009

"La Poesía no es Literatura"

Pocas veces me ha pasado lo siguiente: leer un libro y no enterarme de nada. Esto me ha ocurrido con Su sombrío, de Marcos Canteli. Puede que el libro esté bien escrito, que el autor tenga un buen currículum y que además el libro haya ganado un premio. Yo, pese a todo esto, sigo sin enterarme de nada, absolutamente de nada. Si para Roman Jakobson existía una función "poética" del lenguaje, y el lenguaje sirve para comunicarnos, entonces el libro Su sombrío no es literatura; ya que a mí no me dice nada, no me transmite nada, no me comunica nada.

Ahora le encuentro sentido a la célebre frase que emite Antonio Gamoneda al comienzo de sus recitales: "La Poesía no es Literatura". Uno al escuchar esto se queda atónito, y más si es en el Aula Magna y el presentador es Catedrático de Teoría de la Literatura, especialista en Poesía Española, y, sobre todo, si el oyente es un simple estudiante. Pues bien, años más tarde, gracias al libro de Canteli, encuentro lógicas las palabras de Gamoneda.




Marcos Canteli, Su sombrío, Barcelona, DVD, 2005.

domingo, 5 de julio de 2009

MICENAS



No sé lo que sintió Heinrich Schliemann al descubrir las tumbas reales de la Acrópolis de Micenas. A mí, al traspasar la "Puerta de los leones", me sugirió lo siguiente:


LA TUMBA DE AGAMENÓN, REY DE MICENAS


He llegado hasta aquí, por el sendero
que atraviesa la luz de la memoria,
en busca de la pócima del tiempo
que otorgue gravedad a mi persona.

Me rindo a la belleza de mis obras,
aquellas que protegen los leones
del ataque furioso de las hordas
que encabeza el olvido de los hombres.

Y, con fastuosidad, alzo en mi nombre
la sepultura digna de mi cuerpo,
que dé reposo a este anciano regio
de esta vida dorada por los dioses.

Aquí, con esta máscara en el rostro,
alcanzaré la eternidad, bien pronto.


sábado, 4 de julio de 2009

Cazador de autógrafos


Una colección de poemas bajo este título le sirvió a José Luis Piquero para ganar el Premio Asturias Joven de Poesía. Años más tarde, pasó a ser una sección del libro Monstruos perfectos, Renacimiento (1997). Pues bien, no me parece mejor calificativo para Carlos Iglesias. Los que no lo conozcan, Carlos Iglesias es un poeta con una encaminada trayectoria. Ha ganado el premio Voces del chamamé con el libro Virna o el silencio (2004), ha participado en las antologías Fábula de fuentes (2006) y Nombres propios (2007), además de colaborar en diversas revistas. Pero si se caracteriza por algo, además de ser una extraordinaria persona, es por poseer una de las mejores bibliotecas que conozco. Iglesias gusta de adornar sus ejemplares con la firma del autor. Esta pasión me la ha trasmitido a lo largo de nuestra estrecha amistad. Recuerdo anécdotas surrealistas como la de subirnos al escenario del teatro Filarmónica, en una grabación de "Las noches blancas" de Dragó (con el aforo completo y la gente perpleja al vernos subir a la tarima), para que Fernando Arrabal nos ilustrara varios de sus libros.

Ayer, en la lectura de Valdediós, Iglesias no se pudo resistir a la oportunidad de tener cerca a José Luis Piquero. Piquero, que no es propenso a participar en actos, se sorprendió con la retahíla de ejemplares que le llevó Carlos: algo que es habitual, ya que Carlos posee la habilidad de emocionar a cualquier autor, por muy veterano que sea.

Si los anaqueles de Carlos son valiosos, lo son aún más por las estampaciones que atesoran.

viernes, 3 de julio de 2009

Poesía en Valdediós



Desde hace siete años, el Círculo Cultural de Valdediós organiza un recital poético en el vetusto monasterio. Cada año, José Luis García Martín es el encargado de seleccionar a un grupo de escritores, mezclando la veteranía con la juventud. Por estos recitales han pasado las voces expertas de Xuan Bello, Javier Almuzara, Marcos Tramón, Pelayo Fueyo, Silvia Ugidos, Herme G. Donis... y otras más inexpertas como las de Miguel Alarcos, Miguel Ángel Gómez, Catarina Valdés, Carlos Iglesias, Néstor Villazón... y, por supuesto, un servidor. El Círculo de Valdediós, además de la lectura, edita, cada año, un librito con los autores de dicho recital. Tengo que agradecer al Círculo Cultural de Valdediós y a García Martín la posibilidad que me brindaron por participar en este maravilloso proyecto. Estos bonitos libros suponen para los más jóvenes, que apenas han publicado y son desconocidos, un espaldarazo en su trayectoria. Es un orgullo formar parte de esta colección. ¡Ojo! Son ediciones no venales; así que si alguna vez encuentran, en una librería de viejo, una antología con el título de Aere perennius, Soledades juntas, Fábula de fuentes (este es el mejor: igual porque salgo yo), A quien conmigo va, Luz ilesa o A pesar de todo, no duden en comprarla, es una joya.




Este año le tocó el turno a José Luis Piquero, Julio Rodríguez, Teresa Soto y Laura Casielles. A Piquero tuve el placer de escucharle en un homenaje a Víctor Botas; con Julio coincidí hace dos días (cuando dije que le seguiría la "pista", no esperaba hacerle un marcaje tan férreo); a Teresa Soto no la conocía pero sí he leído su libro Un poemario y con Laura Casielles ya había colaborado en un proyecto audiovisual suyo. Nada mejor para pasar una tarde de verano que acudir a una velada poética.

jueves, 2 de julio de 2009

Escuchando a Julio Rodríguez


Ayer miércoles, en la cafetería Maga, el Círculo Cultural Pigmalión organizó un recital de poesía. El acto consistió en una antología de poemas escogidos de los libros galardonados con el premio Emilio Alarcos. Se contó con la presencia de dos de los premiados: Javier Almuzara y Julio Rodríguez. A Almuzara lo he escuchado infinidad de veces; de hecho acerté en las cábalas sobre los posibles poemas que iba a leer: "El escriba sentado", "Cráneo, 1953" y "Hoy". No está mal adivinar 3 de los 6 poemas que leyó. En cambio, no tenía el gusto de conocer a Julio Rodríguez; el cual no me defraudó. Asumió, perfectamente, el rol de "novato" con respecto al "maestro" Almuzara ( con una trayectoria más longeva y mucho más experimentado en estas lides). Tuvo, Julio, la habilidad de acertar con su selección, aunque se olvidó de uno de los poemas más brillantes del libro, "La pócima poesía", que a continuación reproduzco:

Juntar sobre el papel unas rajas de Rojas,
unas briznas de Brines, dos hojitas de D´ors,
jirones de Girondo, cortezas de Córtazar,
cornadas de Cernuda, pellejos de Vallejo.
Mezclarlo todo bien. Agitarlo y, después,
hacerse a un lado.

Espero coincidir con él en próximos eventos, ya que es un poeta bastante interesante. Le seguiré la "pista".



Javier Almuzara, Constantes vitales, Madrid, Visor, 2004.
Julio Rodríguez, Naranjas cada vez que te levantas, Madrid, Visor, 2008.