domingo, 3 de octubre de 2010

Miguel Ángel Velasco, descanse en paz.



Recibo la trágica noticia de la muerte repentina de Miguel Ángel Velasco: uno de los poetas más singulares de los últimos 30 años. Descanse en paz.

               ESQUELA

Que te llegase a oídos
era mi extremo empeño en la hora sola.

Era escribir: lo siento,
me estoy muriendo, hermana.
-¿Cuántas veces he muerto?-. Y la razón
con mi caligrafía,
qué poco era, vida seca
del corazón cifrando su sangría
como la aguja cifra en el diagrama
el flujo de los pulsos.

Y para no cejar te conjuraba
en tu rostro de gozo.

Apretaba los párpados
para exprimir del fondo
de tus ojos muy fijos como dos signos locos,
su hondo fuego de vino; y, más allá,
la noche a cal y canto. 
                                           30.IX.08


             ÁNIMA DE CAÑÓN

¿Qué será cuando el día se congele
con la detonación de nuestra carga
en el hueco del tiempo?

¿Cuando nos engatille
la del cuerpo mayor,
la fusilera Hécate,
con la espingarda de la luna
en desvelo de caza,
de la que ser su blanco;
o a contraluz de un sol que se comprima
en una carabina, en su mirilla,
y al fondo nuestra liebre, un punto trémulo
del túnel frío que se estreche en nada?

¿Saldrá el alma
soñándose fogueo, en expansión
reversible su posta, hacia una luz
que nos funda en su seno?

¿Se alzará en perdigones, loco polen
de plomo y extrañeza,
al encuentro del cáliz de la noche?

¿O quedará sin más amartillada,
de este lado el tímpano,
soldada a su calibre,
sin dar siquiera un humo leve el ánima?

Ambos poemas son de su último libro  Ánima de cañón, Sevilla, Renacimiento, 2010.

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