lunes, 23 de julio de 2012

De segunda mano

El domingo en el rastro del Fontán compré de segunda mano Segunda mano, de Víctor Botas. 

Esto no es una fiel antología de textos más o menos venerables, more universitario. Mis veleidades eruditas -por otra parte nunca del todo claras- hace tiempo que duermen en un polvoriento anaquel de la Universidad. Esto es -así lo espero- un libro vivo y, sobre todo, un libro mío: sólo habla de mí. Con él no pretendo sino recuperar ciertos poemas (ya irán viniendo otros) que, por razones bastante misteriosas, siempre me produjeron la sensación de haberme sido pisados por sus autores. Por lo tanto, es, también un libro vengativo: ahora les doy una segunda mano a estos poemas que, en algunos casos, ya eran de segunda mano (porque yo -que me perdonen los muchos sabios de mi generación- no consigo entender nada de chino, descifro el griego peor que malamente y en el latín me muevo con torpeza de pato entre amapolas); los reescribo a mi modo, y se los birlo así a los Horacio, a los Li Po,a los Donne..., y santas pascuas.
La felicidad, en ocasiones, lejos de ser una virtud, no es más que una impotencia.

 Víctor Botas
Oviedo, 8 de septiembre de 1981


Víctor Botas, Segunda mano, Gijón, Ediciones Noega, 1982.

jueves, 19 de julio de 2012

Ulises

Termino la lectura del Ulises de James Joyce. 900 páginas de buena prosa. Siento que he cumplido como lector.


James Joyce, Ulises, trad. de J. M. Valverde, Barcelona, Lumen, 1976.

miércoles, 11 de julio de 2012

martes, 10 de julio de 2012

Un centro fugitivo, de Álvaro Valverde

Ayer por la noche terminé la lectura de Un centro fugitivo (La Isla de Siltolá, 2012); antología que recoge 25 años de la poesía de Álvaro Valverde, un poeta al que, incomprensiblemente, tenía desatendido. Y lo hice con la mejor compañía posible: una copa de oporto, una pipa y un buen tabaco inglés. Una vez leído el prólogo de Jordi Doce (siempre perfecto en estos menesteres), entiendo la persistencia de varios amigos en que leyera la poesía de Valverde, pues sería de mi agrado. No les ha faltado razón. La elegancia de sus versos (tal vez aprendida de la escuela inglesa), la emoción contenida, la solemnidad encubierta en cierta superficialidad y un universo temático, por no decir del gusto literario, ha terminado por cautivarme. Aunque el conjunto mantiene un buen equilibrio en el nivel, el paso de los años ha ido mejorando ligeramente los poemas, siendo, los de los últimos libros, los más certeros. Mención especial merecen los inéditos que cierran el volumen y que sirven de aperitivo para la próxima entrega, que espero tenga salida bien pronto porque me ha dejado con apetito.
Les dejo uno de los poemas memorables:



MR. T. S. ELIOT, RUSSELL SQUARE

                                                    "¿qué haremos nunca?"
                                                                                        T. S. E.

Ejerza el simulacro
(hábil y hasta ordenadamente).

Anude la corbata, alise la camisa,
ponga perfume en el cuello, guarde el tabaco,
tome la cartera y el sombrero,
incluso dé un beso al salir, según costumbre.

El ritual observa unas leyes precisas,
conocidas maneras aprendidas de antiguo.

Por el camino, olores que me devuelvan
establecidos vínculos.

En la boca el sabor
de dulcísima noche anegada en oporto.

Mientras en calles vacías mi paso torna eco,
¿dónde el poema alucinado
que urdí de madrugada?,
¿dónde la vida aquella
de lecturas y mapas
sin que asistiera culpa u orgullo o desolación,
dónde tus sienes azules como ánforas
y el asidero rubio de cabellos de humo?

Ya no hay rictus, máscara, ni escenario capaz.
Desde esta ventana de Lloyd se ve la muerte.

Álvaro Valverde, Un centro fugitivo, pról. de Jordi Doce, Sevilla, La Isla de Siltolá, 2012.