lunes, 1 de septiembre de 2014

Confesiones de un inglés comedor de opio.

Antes de que hubiese grupos de terapia.



Un recordatorio de mi anterior estado aún permanece: en mis sueños todavía no hay calma perfecta, el temido oleaje y la agitación de la tormenta no han amainado del todo, las legiones allí instaladas se van retirando, mas no todas han partido. Mis horas de sueño siguen siendo tumultuosas, y, como las puertas del Paraíso a nuestros primeros padres cuando se volvieron a mirar en la lejanía, todavía parecen (en el verso tremendo de Milton):

"With dreadful faces throng´d and fiery arms".

Thomas de Quincey, Confesiones de un inglés comedor de opio, ed. de Miguel Teruel, Cátedra, Madrid, 1997.

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